El diario Start Tribune de Minneapolis informaba hace unos días de una singular iniciativa puesta en marcha el verano pasado en la estación de ferrocarril de Lake Street: programar música clásica por megafonía para combatir la mala vida que allí se daba cita y de la que habían alertado los vecinos. Tras leer el titular, me excité de inmediato con este nuevo poder benéfico de la obra de los grandes maestros que desconocía y recordé que ya Alessandro Barricco, en un ensayo publicado hace unos años, había ponderado las extraordinarias virtudes de este tipo de música en las vacas de Wisconsin, las cuales aumentaban considerablemente su producción de leche si el establo les era dada escuchar las obras inmortales de Bach, Mozart o Beethoven, según había podido constatar un sesudo estudio científico.
Nota completa: http://blogs.elpais.com/el-concertino/2012/02/beethoven-contra-el-crimen.html
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