sábado, 4 de febrero de 2012

Adivinanzas milenarias de Babilonia

Los laboratorios universitarios donde los estudiosos de lenguas desaparecidas se devanan los sesos para descifrar fragmentos de documentos milenarios no suelen ser el escenario más común para escuchar risas que interrumpan la seriedad de la investigación.
Sin embargo, eso es lo que ocurrió a dos investigadores -el profesor Natan Wasserman de la Universidad Judía de Jerusalén y el profesor Michael Stark, de un instituto alemán- cuando consiguieron comprender un texto en idioma acadio, trazado con letras cuneiformes sobre una tableta babilonia de barro de 3.800 años de antigüedad y hallada hace 30 años en Irak.

El texto se trataba, como descubrieron ambos maravillados, de siete agudas adivinanzas que atravesaron intactas los milenios pasados entre sus creadores y sus modernos lectores.
"Las trazó un joven babilonio, dotado de notable instrucción", dijo el profesor Wasserman al diario Yediot Ahronot. "La Babilonia de la época de Hammurabi, con sus matemáticos, sus astrónomos y los textos escritos, equivalía a la Nueva York de hoy. Había una cultura muy elevada", explicó.

Las preguntas del pasado dejan cierto espacio para la interpretación. "¿A qué se parecen un pez en un estanque -se preguntaba el anónimo babilonio de hace 4.000 años- y un ejército parado frente al rey?".

"Fácil -era la respuesta: a un arco quebrado". Así como de un arco roto no se pueden disparar flechas -explica Wasserman a sus contemporáneos- del mismo modo un pez en un estanque no puede saciar el hambre de quien lo necesita de inmediato, y un ejército simplemente alineado para un desfile o ceremonia no puede realmente defender a su soberano".
"¿Qué cosa es alta como una torre, y sin embargo no hace sombra?", seguía el cuestionario babilonio. La respuesta trazada en la tableta de barro dejó al principio asombrads a los estudiosos: "Un rayo de sol".

Porque, explicó luego Wasserman, cuando un rayo se abre paso entre las nubes se recorta en el cielo exactamente como una torre luminosa.

Sumergido en su mundo, el estudioso de la lengua acadia experimenta un verdadero sentimiento de cercanía hacia sus arcanos interlocutores cada vez que vuelve a examinar ese antiguo texto.

"Si ahora, aquí en Jerusalén, aterrizaran desde la noche de los tiempos los antiguos babilonios -dijo al diario- creo que nos convertiríamos en amigos". (ANSA). GDC/MRZ

http://www.ansa.it/ansalatina/notizie/fdg/201202041834417462/201202041834417462.html

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