Este tipo de relaciones me recuerdan a la fábula de la rana y el escorpión:
“Un escorpión, que deseaba atravesar un río, le dijo a una rana: -Llévame en tu espalda. -¡Que te lleve en mi espalda! -contestó la rana-. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! ¡Si te llevo a mi espalda, me picarás y me matarás! -No seas estúpida -le dijo entonces el escorpión-. ¿No ves que si te pico te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré? Los dos animales siguieron discutiendo durante un rato, y el escorpión se mostró tan persuasivo que la rana aceptó cruzar el río con él. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y empezaron la travesía. Llegados en medio del gran río, de repente el escorpión picó a la rana. Ésta sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo y, mientras se ahogaba, y con ella el escorpión, le gritó: -¡Ves! ¡Te lo había dicho! ¿Pero qué has hecho? -No puedo evitarlo -contestó el escorpión antes de desaparecer en las glaucas aguas-. Es mi naturaleza.”[1]
¿Quién es culpable? ¿La rana o el escorpión? Si ya saben como termina la historia… solo me resta preguntar ¿por qué?
Muchachas, recuerden que somos artífices de nuestro propio destino, por lo tanto somos las únicas responsables de lo que nos sucede, no elijan sembrar semillas de fracaso, ¿qué creen que cosecharán?
Hasta la próxima
Publicado por primera vez en este blog el 20/12/2009
[1] Extraído de Jean-Claude Carrière, "El círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero"
no hay p... que nos venga bien..jaja
ResponderEliminarpobre ranita... me siento identificada...
ResponderEliminarJulia