miércoles, 30 de enero de 2013

Ochenta años del ascenso de Adolf Hitler al poder













Y ahora, señores míos, que Dios los asista", dijo el anciano presidente del Reich, von Hindenburg, en el momento en que otorgaba el poder a Adolf Hitler el 30 de enero de 1933. De todos los aniversarios del Tercer Reich, posiblemente sea este episodio histórico el que más ayude a reflexionar sobre el ascenso de Hitler al poder, el punto de inflexión en el que confluyen todos los factores que propiciaron el triunfo del nazismo y, sobre todo, en el que se revelan las carencias políticas y sociales de la Alemania de Weimar, en las que Berlín sigue obsesionada por no volver a caer.La humillante Paz de Versalles había sumido al país en un peculiar estado de ánimo colectivo de frustración. La crisis económica había desembocado en un paro desesperanzador, de forma que muchos militantes socialdemócratas justificarían su conducta años más tarde recordando que Hitler, por lo menos, les había dado trabajo.La decisión de Bundesbank de imprimir moneda para salvar la situación había llevado la inflación a cuotas delirantes de manera que la tradicional clase media ahorradora alemana se había arruinado, mientras que los oportunistas que se habían endeudado para invertir en inmuebles y joyas se habían hecho millonarios.Ante la miseria, el hambre y la falta de atención sanitaria, el ocio se convirtió en un medio de evasión de masas a través de una poderosa industria del ocio en torno a los medios de comunicación, el cine y los clubes nocturnos, en un ambiente de depravación y decadencia moral como nunca había vivido Alemania. Todo y todos estaban en venta. La Revolución de noviembre, además, había provocado la aparición de los 'Freikorps' y las organizaciones de defensa, bandas armadas que sembraban la violencia y el terror en las calles.Pero todo esto no hubiese sido suficiente sin una maniobra política desesperada en medio de una maraña de intereses rastreros que enfrentaban a los miembros del más estrecho círculo del canciller alemán. El poder ya no residía en el pueblo ni el Parlamento democráticamente electo, sino en el presidente Hindenburg, que a sus 67 años y arrastrando una mala salud era propenso a ser manipulado por su propia camarilla.Por un lado, el partido nazi estaba dividido y en quiebra. Sus seguidores más radicales, ante la falta de resultados y protagonismo, estaban abandonando sus filas, pasándose al comunismo, y otros dirigentes con Strasser le disputaban a Hitler el control. Esto constituía una tesitura de debilidad interna que le impulsó a buscar apoyos fuera.Por otra parte, y al igual que su predecesor, el nuevo canciller von Hindenburg resultó incapaz de conseguir la mayoría parlamentaria y necesitaba un pacto para gobernar en el que Hitler seguía negándose a conformarse con la Vicecancillería. Quería el primer puestoFranz von Papen, que acababa de perder el cargo de canciller y contaba todavía con la confianza de Hindenburg, pactó con Hitler el 4 de enero: influiría en el presidente a cambio de un lugar de poder en la futura coalición. El 22 de enero, Hitler se reunió con Otto Meissner y con Oskar von Hindenburg, secretario e hijo del presidente respectivamente, consiguiendo su apoyo.Finalmente, tal día como hoy hace 80 años, Hitler fue nombrado canciller de Alemania y ni sus socios de Gobierno ni los ricos industriales que habían apoyado su causa lograrían ya controlarle. Esa misma tarde tuvo lugar desde la Wilhelmstrasse un desfile de camisas pardas que cortó el tráfico en el centro de Berlín durante cinco horas, mientras Hitler se encerró en la Cancillería, sumido en un monólogo del que iba haciendo partícipes, a trompicones, a los subordinados y sus esposas que acudían a felicitarle. Era la elaboración interna de todo un programa que quedó resumido en esta frase, recordada por Emmy Göring: ha dado comienzo la máxima revolución racial alemana de la Historia universal.

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/29/internacional/1359461090.html

domingo, 27 de enero de 2013

El patito feo, o la capacidad de no resignarse

Esta narración nos indica a los niños y a los adultos que no hay que sentirse avergonzados de nuestras peculiaridades. ¿Y qué más nos dice la metáfora del cuento? Nos habla de la autoestima y de la aptitud de no claudicar.
























Por Mecha Carreira
El patito feo nos trae la esperanza de que las diferencias innatas no son “feas”, si uno no se avergüenza de ellas, llegado el momento, conducirán a beneficios concretos que traerán un futuro brillante. ¿Nos hemos sentido “patitos feos”? ¿Alguna vez creímos ver en esta narración nuestra historia? Bien, porque estábamos captando lo arquetípico de nuestra vida.
James Hillman, discípulo de Jung, introduce el concepto de story awareness o consciencia de la narrativa, que es la capacidad de encontrar la secuencia y el significado en una historia. Si de niños nos han contado o leído cuentos estamos familiarizados con lo que es una narración. Ya tenemos pautas en el inconsciente que nos permiten ver nuestra propia existencia como una narración al estilo de los cuentos de hadas: podemos organizar los hechos de nuestra vida cotidiana en experiencias significativas, los sucesos integran una trama que cobra un sentido. A través de la narración, lo simbólico penetra en el inconsciente, y ayuda a comprender la experiencia en su totalidad. La consciencia de la narrativa (story awareness), capacita para encontrar la propia narrativa, en sus facetas luminosa y sombría.
Entender o aceptar que en determinado momento uno es un “patito feo”, que la narrativa de nuestra vida se asemeja a esa historia, nos aporta un horizonte de significado. ¿Qué es el horizonte de significado? Es un marco de referencia en el que los hechos de la vida cotidiana hallan un hilo conductor que los integra. No sólo el niño podrá conciliar las experiencias que vive y encontrarles un sentido, también el adulto logrará visualizar que esa secuencia incoherente y anárquica de sucesos, sin relación aparente unos con otros, puede ordenarse. Gracias a esto, advierte que su vida tiene un horizonte, una trama.
Repensemos el cuento El patito feo. Esta historia muestra que ser distinto no es malo y también que en determinado momento hay que renunciar a los deseos de dependencia (inmaduros, infantiles) y buscar una vida independiente más satisfactoria. Es importante en la sociedad contemporánea -donde los cambios son la constante y es necesario pasar por distintas pruebas: cambios de trabajos no deseados, mudanzas, rupturas afectivas-, contar con héroes que deben salir al mundo real, valerse por sus propios medios y hacer su camino apoyados en su confianza interior.
El héroe-patito deambula solo durante un tiempo y –al igual que muchos de nosotros-, por momentos se siente aislado, sin rumbo, en una búsqueda cuyos contornos son difusos. El destino del héroe-patito señala que podemos encontrarnos perdidos, abandonados en la vida, transitando a tientas en medio de la noche o el frío, pero que no hay que detenerse ni resignarse, en el camino se recibirá ayuda en el momento oportuno. Este ser solitario es capaz de aprender de cada experiencia, enriquecerse con ella y seguir, y al mismo tiempo, establecer relaciones satisfactorias y llenas de sentido, a pesar del entorno que lo rodea.
¿Qué nos dice el Patito? Para no quedar indefensos ante los caprichos del destino, hay que desplegar los recursos internos; de esta forma las emociones, la imaginación y el intelecto se apoyan y enriquecen mutuamente. Las emociones y sentimientos positivos proveen energías para desarrollar nuestra racionalidad. Pero, esto no es suficiente para sobrellevar las adversidades, hace falta la esperanza que es capaz de socorrernos en los infortunios con que, inevitablemente, nos topamos.
Según Hillman, la narrativa de los cuentos de hadas tradicionales tiende a expandir la consciencia. Por eso estas historias deben ser contadas con la mínima interferencia del racionalismo contemporáneo, que tiende a desmenuzar el sentido de los cuentos con leyes lógicas. Pero estas historias encierran una realidad alterna y fantástica, que da lugar a que afloren todas las posibilidades, más allá de una realidad concreta.
Poder fantasear es una actividad creativa que ayuda a interpretar e insertar sucesos aislados de la vida en situaciones arquetípicas que ayudan a entender la experiencia y liberar su significado. Hillman considera que, si se pierde esta mirada metafórica sobre nosotros y nuestro mundo, podemos quedar atrapados en lo literal, y perder la riqueza simbólica de la experiencia y la capacidad de integrarla en un horizonte de significado.
Rizó entonces sus alas, alzó el esbelto cuello y se alegró desde lo hondo de su corazón, jamás soñó que podría haber tanta felicidad, allá en los tiempos en que era sólo un patito feo. El patito feo, de H. C. Andersen.
http://rouge.perfil.com/2013-01-27-24107-el-patito-feo-o-la-capacidad-de-no-resignarse/